Se despertaba una fría mañana de otoño en el hormiguero. En el nido la sirena y la bata blanca hacían que comenzara una jornada más. H-239791 no paraba de comentar a su experimentada amiga todo lo que había visto y oído el día anterior.
Sin dudarlo un momento, su amiga H-100239, le explicó en qué consistía el sistema social del hormiguero:
— Pequeña, desde tiempos remotos las élites han controlado lo público, aunque es cierto que los métodos han ido cambiando. Ahora se llama Democracia.
En el pasado, cuando eran menos las hormigas, se implantaba un séquito alrededor de la reina que era el que gestionaba lo público, es decir, los tributos que se pedían a las clases obreras para mejorar el hormiguero donde todas vivían, esto se llamaba oligarquía, y se soportaba en la diferenciación de castas por el poder acumulado de las mismas. Así se mantuvo a lo largo de los siglos. Hasta que hubo un tiempo en que las revueltas sociales hicieron tambalear los cimientos del sistema, dando paso, en algunos casos, a fuertes radicalizaciones en torno a una reina, las dictaduras. Finalmente, de aquella época de revoluciones surge un nuevo sistema que se cimienta en el poder igualitario de todas las hormigas, pero que se instrumentaliza a través de los partidos políticos que se ponen al servicio de las élites y quedan poco a poco bajo su control. Una vez más, la sociedad queda atada con su propia visión del ente social y el partido deriva hacia el poder de la élite que lo maneja. Por propia supervivencia y saneamiento de las élites, algún día hablaremos de esto, son normalmente dos posturas las que se dividen los votos para optar al poder. En algunos hormigueros, ni tan siquiera consienten, con corruptelas, que el oponente alcance nunca el poder. Mientras tanto, cada hormiga parece quedar dentro del sistema cuando emite un voto, pero sin garantías de cumplimiento de lo pactado, ni de representatividad de sus intereses, ya que primero se difuminan en la agregación a los intereses particulares de las otras hormigas y luego serán malversados por el propio interés del partido (sus dirigentes).
— Pero entonces, ¿hay alternativa?
— Yo no la conozco, pues ha esto debes añadir que el sistema soportado en la democracia es el que se impone como modelo desde el principal hormiguero de la tierra, copiándose después por los demás con las peculiaridades que le sean propias. La opción suele venir desde las élites una vez más, a través de la separación del hormiguero para crear otros más pequeños en los que poder gestionar lo público y tener más poder.
— Es difícil de entender, pero al menos ahora más hormigas vivimos mejor que en el pasado…
— Esto depende, pequeña, de lo que en cada era entiendas por ser pobre…
Un día duro de trabajo por delante daría tiempo a H-230791 para asimilar algunas de las nuevas enseñanzas de su amiga.
Frase célebre de una hormiga poderosa (Winston Churchill): “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás”.
Como la vida misma¡¡¡¡¡¡no sabía que se parecía tanto la vida de un hormiguero a la nuestra.
ResponderEliminarLas hormigas entregan a las élites la llave de la prisión en la que luego las condenarán a vivir
ResponderEliminarEs cierto, esa llave es el voto.
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