Una primavera con los presupuestos
como eje mediático se avecina, la política quedará condicionada por la economía
durante unos meses. El cómo, cuándo y dónde gastar desde el Estado debiera
tener respuesta antes del inicio del ejercicio económico, si bien con el
gobierno en minoría y una lenta política de pactos, nos hemos acostumbrado a
prorrogar, trabajando en el corto plazo, y observando la aprobación de los
mismos a mitad de ejercicio como una victoria.
El riesgo es que de nuevo aflorarán
todos los trapos sucios, y que incluso finalmente no se consigan, aún con el
arte de manejo de tiempos de los que si podemos presumir por parte de nuestros
políticos. El no conseguirlos parece no demasiado problema para el Ministro de
Hacienda que ha insistido en una eventual acción a golpe de decreto para
aplicar sus recetas.
Lo de los trapos sucios ya
preocupa más en el hormiguero. Por una parte, tenemos que son sin duda los
presupuestos pre-electorales, pues a nadie le escapa que sólo un milagro, y de
los gordos, haría posible unos presupuestos en tiempo y forma para 2019. Por
otro lado, tenemos las fuerzas políticas midiéndose en enmiendas con el fin de
sacar las miserias del otro y abriendo la puerta de nuevo a los nacionalismos.
Sin duda, PNV no pactará si no le siguen el juego de bilateralidad reconocida,
eliminando el 155 en Cataluña y pidiendo de paso la transferencia de casi 40
nuevas competencias para Euskadi, con una continuidad en el cupo vasco. Pero el
155 no puede obviarse hasta que se forme gobierno en la cámara catalana, cosa
que en el mejor de los casos nos llevará a mayo, tiempo hasta el que la cárcel
alemana para Puigdemont sería muy aconsejable. Por último, no menos importante,
Canarias reclama mejores condiciones financieras y presupuestarias, junto el
abaratamiento del transporte aéreo a cambio de lograr los 176 votos para
aprobarlos.
A todo esto Ciudadanos sigue
expectante, condicionando su voto final a la corrupción discriminante, que
puede llevarse por medio algún que otro título de máster y haciendo suyos los
logros en cuanto a las pensiones, a la que por cierto ya he visto que parecen
renunciar como viable los menores de 45, en una encuesta publicada hoy. Sobre
el nacionalismo es una muralla final que puede hacer tambalearse un mes largo
más de conversaciones con Urkullu por parte de Rajoy, pues Rivera no cree en el
cupo ni por supuesto en un gobierno independentista de lazos amarillos,
conociendo además que esa es su garantía para seguir avanzando por el momento
en las encuestas que lo llevan a un factible primer puesto en intención de voto.
De la izquierda en la cámara, se
saben en minoría, y con sus luchas entre rojos y morados, e incluso las
internas no superadas, parecen faltos de ideas e iniciativas, y prefieren dejar
que la reedición de la mayoría posible entre siete partidos haga aguas antes de
plantear acciones claras, tras su derrota con las pensiones.
De esta manera, uno ve claramente
que nuestro Estado está descentralizado y la desigualdad política lleva a la
desigualdad ciudadana, el café para todos no existe. El poder de las regiones
es desigual de acuerdo al poder electoral y mayorías que facilitan el gobierno
actuando como balanza de izquierda o derecha a cambio de continuidad.
Esta primavera continuaremos pues
viendo cómo se sacan los colores entre ellos, pidiendo compensaciones
interesadas, sin duda que el pacto general es necesario, aunque siempre nos
queda el gobierno por decreto, que visto con perspectiva quizá resulte más
conveniente para nuestro Estado en lo que quede de legislatura.
¿Y fuera? Pues de vuelta al
proteccionismo entre las tres grandes fuerzas: USA, China y Rusia, que por
cierto busquen esos críticos progres su grado de democracia y compárenlo con
otras antes de exponer tantos prejuicios.
Desde el hormiguero seguiré
hablando de la sociedad en la que todo se vive al día, buscando el beneficio
propio, huyendo de los valores y de la negociación: malos tiempos para la
lírica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario