En política siempre hubo grandes
hombres, pero también oportunistas que con fortaleza mesiánica, creen que los
derroteros del destino serían diferentes sin su intervención. El problema es cuándo
convencen a su entorno de que esto ciertamente es así.
Casi en el olvido nos queda
aquellos días de primavera en que salía a la luz la adquisición inmobiliaria de
los dirigentes de Podemos, Iglesias y Montero, fueron muchos los que pensaron
en su fin político, pero cual grande del medievo provocó a sus seguidores para
que se postraran o lo condenaran, por mayoría se le dio el indulto e incluso se
le ha asignado en pro de su defensa protección 24 horas con escolta policial.
Tras el acuerdo presupuestario con el Presidente Sánchez a modo de “Pactos de La Moncloa”, han decidido actuar. Enarbolando la defensa de las cuentas ante nacionalistas y separatistas, haciendo el trabajo sucio con el beneplácito del Gobierno, seguro tras un: “tú déjamelo a mí” Iglesias se ha tirado a la piscina sin trampolín. Primero en la cárcel catalana con Junqueras y resto de la cúpula secesionista, aunque parece que por el momento no con muy buenos resultados, pues en su vis a vis se le instó a ordenar a la Fiscalía clemencia con los presos antes de poner silla en cualquier negociación, posteriormente verá a Urkullu este mismo lunes pidiendo su intermediación y los votos a los presupuestos, aunque estos nunca estuvieron en duda tras la moción de censura, y hablará si es menester de nuevo, telefónicamente o en Waterloo, con el mismo Puigdemont, para contentar en el gesto al PDeCAT abriendo “espacios de dialogo”.
Desde los ministerios se apresuran a desmentir que sea un delegado gubernamental pero el caso es que tiene luz verde a establecer los puentes necesarios para beneficiar el voto a unos presupuestos que no han desagradado en demasía a una Europa a vueltas con Italia.
La cuestión presupuestaria está en manos de un “Presidente Bis”, o el “puto amo” según palabras de Maíllo. La petición para sentarse a la mesa es la de frenar un proceso judicial por sedición, a estas alturas nada parece ya sorprender a nadie o si no explíquenme cómo el mismo Supremo puede cambiar de opinión en unas horas tras una sentencia contra la banca por el tratamiento de la imposición hipotecaria.
En resumen, tengo mis dudas sobre la tajante idea de que los presupuestos no sean viables en el Parlamento, y por tanto, sobre las consecuencias para lo que conocemos como país, sus poderes, entre ellos el judicial, lo que es seguro es que se abre un tiempo de incertidumbre política con elecciones a la vista y que Maíllo quizá pueda estar casi en lo cierto, pues no es el amo quien ejecuta sino quien deja hacerlo, y si no que pregunten a Torra quién es el verdadero President, aunque éste, a diferencia de Iglesias, siempre lo tuvo muy claro.
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