Más de doce siglos de historia
para “Castella” o Castilla, primero condado y luego reino, ¿dónde fueron a
parar?, todo lo dieron por lo que hoy conocemos como España. Decía Unamuno que
el alma de un pueblo es su historia y tradición, y yo añado que el olvido es
para un pueblo su pena de muerte.
Estos que celebran la diada para
honrar la memoria de los que en la guerra de Sucesión (1713-14) lucharon a
favor de los Austrias perdiendo sus fueros, quizá no recuerdan nuestra cesión
de derechos ante los mismos reyes, en concreto Carlos I, y derrota de Villalar
en 1521, dos siglos antes.
La simbología identitaria nacionalista
castellana fue también ahogada en beneficio de las Españas, tanto en relación a
nuestra lengua, el castellano, que es la segunda más hablada del mundo con
todas sus variantes, como a nuestro himno y bandera que apenas quedan de ellos
algunos retazos que componen símbolos de las comunidades autónomas que
aglutinaban aquel reino. Sobre el día de celebración quedó un recuerdo, pero
incluso San Jorge y el libro junto a la rosa nos lo ocultan a lomos de
Rocinante.
El resultado es el olvido y
nuestra ubicación dispersa en un país en el que somos ciudadanos de segunda, ya
que hemos dado todo a cambio de casi nada, con graves carencias, enfrentándonos
al despoblamiento, a políticos que ceden acomplejados para evitar males mayores
repartiendo el agua del Tajo pero nunca la del Ebro. Quizá parezca extremista,
pero ando un poco harto viendo cómo se contenta a todos a expensas de olvidar
lo que nos dio sentido como pueblo.
Aplaudo las leyes que nos dimos
hace 40 años para construir y unir, pero me levanto y rebelo contra muchas de
las interpretaciones de las mismas para el logro del beneficio propio. Un
castellano es también castellano y español, no sólo lo segundo, escuchéis lo
que escuchéis.
Pero ya no sé si tiene remedio en
un escenario en el que nos invaden con lazos amarillos e historias de héroes de
otro tiempo, y ahora “políticos presos”, y dónde tanto complejo evita
respuestas contundentes a pesar de tanto máster en uno y otro partido político,
de tanto saber hacer y rectificar, también en materia de defensa y de
impuestos, quedando a expensas de un poder judicial que estrena su curso con
demasiadas presiones.
Por esta semana es suficiente,
pero antes de ser independentista debes ser ciudadano, antes de autoproclamarte
ecologista, conocer los perjuicios de la factura energética, antes de romper
contratos con el exterior, analizar porqué fue firmado, antes de subir
impuestos estudiar los efectos indirectos de tales medidas y antes de presumir
de tú formación, también de posgrado, demostrar qué sabes utilizar los
conocimientos adquiridos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario