Estuve, como muchos españoles tras la pantalla el pasado lunes, y también el anterior. La preparación milimétrica de la contienda, con los tiempos de entrada y salida, los centímetros de mesa, las corbatas,... pero al tiempo tan permisiva, que desde el minuto cero estaba sin moderación. El respeto de ambos candidatos a las pocas iniciativas del mismo quedó patente en las dos horas de debate: nulo.
Y tanto debatir para no plantear políticas más allá de unos papeles, que por otra parte se empeñaron en utilizar a su antojo, sin apenas concreción.
Luego está, la estrategia política, ante los sondeos que auguraban una peleada segunda posición Sánchez había de atacar, aunque pensé que lo haría con políticas, acuerdos, pactos... pero recurrió a la desgastada y fácil dialéctica del "y tú más" primero, para pasar al insulto después, intentando redimirse de la dilatada y cansina utilización de "la herencia recibida" por parte de Rajoy. Después el conocido "indecente".
Entre suspiros del mediador se quedó Cataluña, e incluso gran parte de la política exterior, de la Unión Europea apenas se supo, y los rifirrafes nacionales se reducían a hacer política de la derogación, Aunque me empeñé, no me salieron las cuentas con el gasto que se anunciaba unido a la reducción continua de impuestos directos e indirectos, que falta de respeto a muchos televidentes.
Además hubo mala educación, en la desesperación de la contienda, el mayor error de un debate. A lo peor estaba calculado y era la nueva estrategia para atraer el voto de Podemos y la izquierda más radical. Pero las reacciones fueron rápidas, los que no estaban se mostraron contrarios a Sánchez y adquirieron una calma y formalismo inusitado, sobre todo Iglesias. Mientras tanto Rajoy se dejaba querer en el día después, reconociendo su imposibilidad de formar gobierno, reclamando el centro, y Rivera se mostraba firme y excéptico ante cualquier llamada al pacto antes del 20D, pues claramente esa es su fuerza.
Veremos quien asesoró mejor, lo cierto es que los medios muestran el interés por la imagen, el mejor será quien no logre perderla y convenza con un programa creíble. En este sentido, pienso que se abrirá una gran crisis el 21 en algún partido, me reservo en cual, pero ciertamente creo que se confunden.
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