jueves, 5 de septiembre de 2013

1. Nuestro principal enemigo.

Una mañana de finales de primavera el gran hormiguero estaba de enhorabuena, nacían 1601 pequeñas bajo los cuidados de las obreras. Entre ellas, aparentemente iguales, una larva con el número de registro H-239791 y estatus de obrera. Pronto comenzó a trabajar, ejerciendo de cuidadora del nido y encontró allí a otra hormiga vieja la H-100239 con la que mantenía largas conversaciones sobre el hormiguero. Una noche tras la cena le preguntó sobre los depredadores, había oído historias de los soldados sobre plagas, enfermedades, avispas,…
La experimentada obrera tras un silencio desesperado, sin titubear, susurró:
—La hormiga es el principal predador y enemigo de la hormiga, querida.
—Pero, ¿cómo es posible?, —preguntó la pequeña.
—Las razones son fundamentalmente el control de las posesiones del hormiguero. Es más fácil saquear que producir, es más sencillo formar un ejército y aumentarlo poseyendo nuevos hormigueros y sus recursos que buscarlos, es más útil la colonización de espacios donde ya viven otros que construir nuevos hormigueros, es incluso más beneficioso para las altas castas el secuestro y esclavización de hormigas obreras que su justa manutención, y al fin, es más seguro un gran hormiguero que uno pequeño, la forma más rápida de obtenerlo es tomándolo por la fuerza.
—Pero entonces, ¿podemos vivir en paz?, —replicó la joven.
—No, está en el sentido de ser hormiga, somos pequeñas y nuestra importancia la supeditamos al hormiguero, por lo que nos afanamos en su adecentamiento, en la acumulación de recursos, lo que siempre provoca el deseo de conquista desde el exterior, o desde el interior al confluir varias reinas y disputarse su control.
—Pues el secreto será vivir sola fuera del hormiguero, —insistió muy inquieta.
—Creo que tu ingenuidad sólo es entendible por tu juventud, —respondió la hormiga longeva—. En ese caso, si sobrevives a las adversidades, enloquecerás preguntándote a quien contar lo feliz que has podido llegar a ser.
La pequeña H-239791 enmudeció buscando la oscuridad para dormir tomando conciencia de su insignificante existencia.

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Es la cruda realidad de cualquier ser vivo.

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  2. Personalmente creo que es utópico pensar en la construcción y existencia de un hormiguero sano desde sus propios cimientos, por lo que las hormigas obreras siempre correrán el riesgo de ser aplastadas, sea cual sea el diseño del hormiguero. Para evitar el derrumbe deberían proliferar las hormigas-arquitecto, estudio que no conocen ni la hormiga reina ni su séquito. Pero, ¿ello es posible?. Esta nueva especie de hormiga, en cualquier hormiguero, sería presentada como invasora, por lo que al final serían las propias obreras las encargadas de defender, no ya al hormiguero y bajo cualquier diseño, sino por encima de todo a la reina y al séquito. Esto último es lo que importa

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