miércoles, 17 de agosto de 2016

¿Los Pactos de Estado? ...ya no se llevan

Nunca fueron los pactos materia política predilecta en nuestro país. Si revisamos nuestra reciente historia, observamos como en las diez legislaturas anteriores a la fallida del primer semestre de este año, las composiciones para formar gobierno, fundamentados en un claro bipartidismo, contaron con un claro candidato (vencedor). A veces, cuatro de ellas, por mayoría absoluta obtenida en las urnas, otras por ser tan amplia la minoría que precisaba sólo de unos pocos apoyos para lograrlo, y ahí estaban ellos, con un puñado de diputados y sin una clara etiqueta ideológica de partido estatal que resolvía claramente la aritmética electoral. Me refiero a los partidos regionalistas/nacionalistas encabezados por el grupo catalán, seguido por el vasco y canario. 

El negocio de cromos era fácil y claro, te permito formar gobierno a cambio de ventajas en la región de turno. Pero las consecuencias fueron principalmente dos en estos territorios: las políticas diferenciales socio-económicas respecto al resto y la sustitución progresiva en los parlamentos regionales de esta fuerza nacionalista sobre la tradicional ideológica. En el resto del país al menos se me ocurren estas: permisibilidad de facto en cuanto a políticas centrífugas, fuertemente descentralizadoras, y sustitución del pacto nacional consensuado entre ideologías por el pacto territorial proideológico de izquierdas o derechas. De esta manera, el argumento de consenso estatal quedaba en el olvido a favor del consenso ideológico en los grandes temas como Sanidad, Educación, e incluso Empleo, Innovación y Desarrollo.

Esta sustitución de pacto ideológico por el común pacto de estado, drenada por los intereses territoriales ha sido el resultado de nuestro sistema desde la Transición. El pulso del pacto de estado de fines de los setenta ha sido claramente perdido. 

La novedosa irrupción en la arena de dos nuevos partidos estatales hace necesario el cambio del pacto, pero todos se empeñan en recordar las ideologías del otro y los nacionalismos se frotan las manos conociendo que finalmente serán los ganadores una vez más, pues cuando menos se produce un vacío de poder que nos hace permanecer en funciones por más tiempo del conveniente provocando un daño institucional irreparable.

Aventuraba en la jornada electoral el pacto final para evitar las terceras elecciones, me gustaría confundirme, pero ya hay una mayoría formada por PP+C's+CC de 170 a la que puede sumarse el PNV en su intercambio de cromos por intereses  electorales propios, como pronostiqué. Sería fácil así pues la ausencia 'in extremis' de alguno de los diputados del PSOE en la segunda votación haría el resto. Personalmente me hubiera gustado una altura de miras que recuperara el pacto de Estado con el PSOE, aunque estoy tan seguro que esto finalmente será al menos tan inviable como las terceras elecciones.

¡Pobre España!, víctima política de su propio sistema de pactos ideológicos, fragmentada con su rancio ideológico unido al de las banderas.  

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