lunes, 26 de noviembre de 2018

NO a la violencia de género, yo te creo.


El tema desgraciadamente da para muchos renglones, es una de las grandes lacras sociales a las que seguimos enfrentándonos hombres y mujeres, y a la que la hormiga ha dedicado alguna columna anteriormente. El millar de victimas desde que se contabilizan hace 16 años, muestra que son necesarias muchas más manifestaciones sociales de repulsa al machismo, en pro del feminismo, que recuerdo pues aún muchos confunden términos, que se trata de un movimiento de lucha por la igualdad real de capacidad y derecho entre géneros, sin supremacía de ninguno de ellos.

No avanzamos como sociedad cuando el 50% de nuestra población sufre diariamente por razón de su género. El gran avance inicial propiciado por la necesidad de mano de obra en la Gran Guerra, de la que se cumplen cien años en estos días, por la que se otorgó el derecho al voto a las mujeres paulatinamente por los Estados, no me permite congratularme por la situación actual, en la que aún permanecen prohibiciones de más de veinte países al respecto.

En este año, sin ser una situación “afortunadamente” extrema en nuestro país, hemos tenido que capear con sentencias en los tribunales, una muy reciente sobre agresión familiar delante de menores, dictadas fundamentalmente por hombres, que claramente no son aceptables. Tenemos en nuestra retina aún el caso de “la manada”, que cuesta entender a muchos sobre la violencia psicológica, física, y de otra índole ejercida por varones y las “justificaciones” injustificables de una sociedad machista, que hablan sobre la forma de vestir, el comportamiento ante el alcohol, y un largo etcétera con la deleznable intención de quitar hierro a este asunto, recientemente tenemos otro ejemplo en Irlanda. A los que cueste entender dicha cuestión, que lean la sentencia, es pública, y tras leer los hechos probados, determinen su acuerdo o desacuerdo.

Volviendo al tema de igualdad de trato, en la educación siempre estuvo el origen, debemos incidir en ello desde las aulas y hogares, respetar a la persona, abstrayéndonos de su género. Siempre recuerdo que en mi casa tuve el principal ejemplo: mi padre, que siempre ridiculizó al extremo al “hombre” que se vale de su fortaleza para imponer algún comportamiento a una mujer.

Es necesario insistir en el comportamiento igualitario cambiando la legislación en aquellos casos claramente machistas que salpican nuestros códices, mejorar los órganos de decisión, los consejos de administración, los tribunales, etc., con más mujeres. Es necesario eliminar comportamientos culturales y religiosos, también todos los mayoritariamente nuestros, que discriminan a la persona por ser mujer.

La violencia no precisa de pistolas, ni armas blancas, si el ambiente en el que se usa la amenaza, el insulto, la vejación, es propicio para ello. Y es que un maltratador, en todas sus facetas debe ser reconocido y repudiado por su sociedad, el Estado además debe intervenir, en otro caso la víctima seguirá siéndolo.

Debemos movilizarnos, la sociedad no puede seguir permitiendo el temor de ser mujer para desarrollarte como persona, NO PUEDE. Espero remover conciencias y ayudar a cambiar comportamientos sociales, espero sobre todo vivir en una sociedad dónde no se te juzgue, condene o limite por razones de género.

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