Comienza el invierno económico, y este trae datos que congelan cualquier intento de calentar la economía. Los datos cada vez se acercan más a un ligero crecimiento del 2% para España en 2022, cuando todo apuntaba a cuantías de casi el triple tan sólo hace unos meses. En esto tenemos precedentes, siempre cuento las estimaciones de enero de 2008 del Ministro de Zapatero, Solbes, augurando un crecimiento del 3,1% que finalizaron con decrecimiento del 0,7%. Le costaría el cargo primero al Ministro en abril de 2009, después al propio Presidente. Vételo mirando Sánchez, y cuídate de unos presupuestos soportados en un imposible para 2023, un crecimiento del 2,1%. Cualquier analista que no mire los datos con el sesgo o el monóculo político ve claro que con la que está cayendo hoy esto es un imposible.
Sobre la inflación hay mucho de especulación que se está cortando necesariamente con aumentos de los tipos desde el BCE que nos llevarán hasta un Euribor del 4% en primavera, que suponen encarecimiento de vivienda y por supuesto de todas las ventas a plazo, freno en el consumo para toda Europa y freno en el turismo. Por tanto los presupuestos se han confeccionado sobre un escenario irreal, en el que el gasto será utilizado además por vía electoral con eventos municipales, autonómicos y nacional, las europeas quedan para una agría resaca en 2024. Previsiblemente la inflación ya está en contención, aún es lenta con una subyacente estancada en el 6,2%, no obstante es acertado pensar que 2022 finalizará con precios bajo el 7% y en 2023 bajo el 4%.
Parece complicado pensar en que la situación no le pasará la cuenta a muchos de nuestros políticos que apagan fuegos en muchos casos favoreciendo a sus socios, a cuenta de "regalos" que aumentan las diferencias y privilegios entre españoles. Algunos ejemplos son las diferencias en partidas de gasto, los permisos deportivos de representación, o las reformas para delitos de sedición a cuenta del independentismo catalán, veremos más, pero veremos poco sobre la necesaria estrategia de rentas para subir salarios a sabiendas de un sindicalismo ideológico enmudecido por ventajas ofertadas desde el progresismo. Las recetas de ayudas y subvenciones que aumentan el gasto con unos impuestos menos recaudatorios al reducir el consumo son un difícil cóctel que conduce a una recesión, el interrogante es cuánto tiempo les queda para que sea imposible esconderlo, todo apunta a que la campaña de municipales y autonómicas se vea repleta de malas noticias económicas que señalarán a sus gestores.
Empieza la poda, y después la espera de los brotes verdes, en el fondo el fantasma de la deuda que puede volver a sacudir a Europa. De los datos, la hormiga seguirá informando de cerca, guste más o menos.