martes, 15 de noviembre de 2016

Papá, ¿en qué trabajas?

Cuando mis hijas estaban en segundo de primaria, tenían una actividad que tuve ocasión de repetir para cada una de ellas. Se trataba de asistir un día a clase y contar tu profesión. La sorpresa era mayúscula cuando aquellos niños oían que decía ser profesor en la universidad, pero enseguida comprendía que su entendimiento era más elevado que el de muchos adultos cuando me asediaban a preguntas cómo: ¿cuánto tienes que estudiar? ¿escribes libros? ¿investigas? Digo esto, porque, sin ir más lejos, algunos de sus padres en charlas de patio te dicen un viernes: ¿tienes clase? y cuando niegas, aseveran después sobre la buena vida que llevas. Pero lo sublime ya es si algunos de nuestros responsables políticos piensan también de esta manera. Espero que no.

La Universidad que concibo desde mi experiencia cercana a los treinta años es aquella dónde se capacita, entre otras cosas, para decidir, dialogar, expresar, entender, negociar, debatir, imaginar, creer y crear. Pero, ¡ay de aquellos! que para ejercer como profesor piensen que deben levantarse por la mañana, manual en mano, y reproducir lo que otros contaron hace algunos años. El profesor debe ser ante todo un capacitador, para lo que ha de investigar, formarse día a día y avanzar en y para la ciencia, para lo que precisa fondos, pero aún lo más importante, una vez alcanza resultados debe hallar la manera de transferirlos a su sociedad, pienso que la responsabilidad es aún mayor si tienes la suerte de trabajar en una Universidad Pública. Todavía no ha terminado la jornada, para ello tienes que bregar con la burocracia que te somete a continuas evaluaciones en los tres ámbitos descritos y que precisa de tu último esfuerzo para planificar, administrar y gestionar la institución en alguna de esas múltiples funciones. Si por la noche aún estás despierto, escribe sobre cuál es tu trabajo en un blog, contesta dudas de tus alumnos, colaboradores de investigación, compañeros y algún que otro empresario que te solicita información para emprender,... y te dices: es el pago por estar siempre conectado.

A pesar de todo esto, siempre comento a mis hijas que tengo la gran suerte de dedicar mi vida por entero a mi trabajo y mi familia, casi con la misma vocación y gusto. 

Pero cuando alguien decida los fondos para que una institución universitaria continúe con su proyección innovadora, de transferencia social y educadora como nuestra UCLM, que por favor piense en las necesidades de esos profesores al menos desde la perspectiva que los compañeros de mis hijas en segundo de primaria. Que piense en una institución vertebradora y de desarrollo regional llena de profesionales que trabajan para ello a coste cero, en muchos de esos ámbitos, y que luchan día a día porque sus alumnos paguen menos tasas, aún a sabiendas de que contarán con un menor remanente para auto-financiación.

Con palabras de los mismos decisores, lo importante no es la cantidad, sino tener claro el modelo de universidad pública al que aspiramos, en el que estamos evolucionando, y los beneficios que reporta ya a todos. Pero añado que una cantidad inadecuada, que no alcance ni los mínimos para conservar ese modelo, llevará inexorablemente al traste con el desarrollo social, la innovación y la transferencia.

¡No piensen en la Universidad como una academia!, en ese camino solo sesgaremos la vida laboral y económica de muchos castellano-manchegos que no trabajan en la UCLM. Sean consecuentes y pongan en valor nuestro motor innovador invirtiendo en el futuro de toda la región.

Desde la modesta opinión de un investigador de la UCLM: la Universidad de TU Vida y de MI Vida.

2 comentarios:

  1. Estimado Victor y compañeros de la UCLM:

    Es una satisfacción muy especial comprobar la vitalidad e ilusión universitaria que están tras las palabras de tu post Papá ¿en qué trabajas?

    Como sabes, comparto contigo esa idea de innovación, compromiso y transferencia a la sociedad de lo mucho que puede y debe aportar cualquier profesor universitario.
    Confio que el grupo que estais formando sea el germen de un amplio movimiento hacia la nueva universidad que exige un mundo en profunda transformación.

    No tiene sentido (¡no lo ha tenido nunca!) la profesión de profesor universitario repetidor acrítico de textos, ajeno a la formación integral de sus alumnos, investigador inapetente de las modas del momento con el único motivo de acumular puntos en la singular lucha por el reconocimiento académico como funcionario.

    O hay ilusión, búsqueda de nuevos caminos y compromiso humano y social; o no hay futuro como auténtico profesor. Gracias por la iniciativa, mucha suerte y un fuerte abrazo.

    Antonio Pulido

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