lunes, 3 de noviembre de 2025

El barómetro que se mira al espejo colgado a la izquierda

Cada mes, el CIS nos entrega una nueva fotografía del país. Pero conviene recordar que toda fotografía depende del lente con que se toma y de la luz que la ilumina. En los barómetros de septiembre y octubre, más que una imagen de la realidad, parece que asistimos a un reflejo: el de la voluntad de quien sostiene la cámara.

Porque, ¿Qué ocurre cuando la muestra se inclina —aunque sea apenas— hacia un lado del tablero? Cuando la estadística, que debería medir con equilibrio, se convierte en instrumento de relato. En los últimos sondeos del CIS, las diferencias entre las estimaciones y el comportamiento real de los votantes han reabierto el debate sobre la neutralidad del instituto. Y no es un asunto menor: la confianza en los datos es el fundamento invisible de cualquier democracia informada. Vamos al dato, en la metodología la media entre izquierda y derecha de la muestra se desvía hacia la primera en un punto desde el 5,5 al 4,53 exactamente.

Los márgenes de error, las ponderaciones o la selección de las muestras no son tecnicismos: son el corazón del método. Si se elige más a unos que a otros, si se ajustan los pesos según la conveniencia del momento, el resultado deja de reflejar la opinión pública y empieza a fabricarla. En Octubre el CIS entrevistó apenas a 4000 españoles, de los que unos 3300 votaron en 2023, pues recuerdan haber votado en la muestra del CIS al PP sólo un 18,9% cuando fue cerca del 34% de la población, el fiasco y sesgo no deja dudas. 

No se trata de desconfiar de la demoscopia, sino de exigirle rigor. Las encuestas no deberían decirnos lo que debemos pensar, sino ayudarnos a comprender cómo pensamos colectivamente. Ahí radica el verdadero valor del CIS: en ser espejo, no decorado.

Quizá haya llegado el momento de recordar que la estadística no tiene ideología, solo método. Que el dato, cuando se manipula, pierde su alma. Y que detrás de cada número hay ciudadanos reales, con vidas, con dudas, con votos que pesan más que cualquier estimación.

Al final, todo barómetro mide también la temperatura de la confianza. Y en estos tiempos de ruido, conviene recordar que el secreto del hormiguero está en mirar debajo de los datos. el señor Tezanos a olvidado la ética que se inculca en la academia, son privilegios de un emérito, o de un político que fue científico.



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