La primera ola fue sin experiencia, ni homogeneidad en tratamiento de las variables: contagios, hospitalizados, etc... y sobre todo, sin test ni tratamientos protocolizados. Después, en la segunda, ya existía recorrido, conocimiento, mascarillas, pero aún faltaban las vacunas, alterándose aún más en enero por la movilidad en lo que se trataría por los medios como tercera ola. Pero, a partir de marzo aparece con fuerza una nueva variable con el programa de vacunación con el objetivo de inmunidad comunitaria. Las vacunas inoculadas a la población por grupos etarios de incidencia, hacen que se diluya, poco a poco, la variable de contagios, al incorporar asintomáticos con el aumento de test en la población más joven y disminuir los ingresos y decesos por la edad de los afectados. Por estas razones, y comparando la cuestión esencial, la mortalidad, vemos que estos dos repuntes finales nada tienen que ver epidemiológicamente con las olas sin programa de vacunas.
Ahora, entramos en la cuestión de si la pandemia puede "cortarse" con un alto porcentaje de vacunados, la deseada inmunidad de rebaño. Primero se notó claramente el progreso de esta variable al inocularse en grupos más sensibles y contar con inmunidad natural de entre el 15 y 25% dependiendo de la Comunidad Autónoma, después el avance del programa hizo que esta inmunidad se sustituyera poco a poco, y alcanzáramos el 57% de pauta completa en julio, aunque los grupos jóvenes en alto movimiento por las vacaciones han hecho repuntar los casos, ahora menos graves, la cuestión es que estamos en un escenario donde en el peor de los casos podríamos superar ligeramente el 70% de inmunidad completa y en el mejor alcanzar el 78%. En este nuevo escenario, previsto para la segunda quincena de septiembre, los gobiernos deben preguntarse si obligar activa o pasivamente a sus ciudadanos a inocularse la vacuna para evitar con garantías nuevos contagios y cepas que nos hagan volver al punto de partida.
Desde mi punto de vista es vital tomar medidas para obligar a vacunarse o de lo contrario la nueva estructura no será suficiente para recuperar la economía de la movilidad, intra e inter países, tan necesaria para España.
Respecto a la cuestión de fondo, esto es, la "nueva normalidad", es ya un hecho para una enfermedad infectocontagiosa que tiene una letalidad menor al 2%, no obstante aún cuenta con una alta hospitalización en escenarios de repunte, para poder combinarse satisfactoriamente con otras patologías mucho más mortales como el cáncer, por cierto, que mata en nuestro país más de 300 personas al día, precisamos por tanto vacunar mayoritariamente a nuestros ciudadanos, y mantener esa inmunidad anualmente con nuevas dosis.