Como si de una partida de póker,
tal vez de mus, se han sentado a un año de las municipales a medir su poder en
el Congreso y el resultado queda lejos, las estrategias quizá sorprenden,
analicémoslas.
El momento elegido para la
partida había sido orquestado por todos hace unos días cuando se resolvía el
escollo de los presupuestos, evitando males mayores, pero apresurándose a
marcar distancias, una relación de amor odio que se cerraba con la votación en
la que el PNV aceptaba las cuentas a cambio de grandes ventajas y un nuevo
“procés vasco” en el horizonte con Bildu.
Solo horas más tarde,
casualmente, se desataba la locura con la condena “civil” aún no firme, cabe
recurso, para el PP en el caso Gürtel. Un jueves de infarto para el que todos
estaban ya avisados y preparados con las cartas en la mesa.
Sánchez se lanzaba oportunamente,
mirando de reojo las intenciones de Iglesias, hacia la moción de censura por la
estabilidad y la coherencia de la nación, matizando que con el mismo formato que
Gabilondo en Madrid, quería “limpiar” el patio por un tiempo corto, pero
indefinido de un gobierno socialista, y luego convocar elecciones. Era una
estrategia de tiempos, sin duda, en la que situarse como verdadera oposición,
ante un Rajoy que sacaba pecho con unos presupuestos que garantizaban su
legislatura, un Iglesias en épocas bajas, abatido por sus quehaceres familiares
y solariegos, y un Rivera que precisaba aún de más tiempo para conformar una estructura
de partido. El coste que asumir, el justo, dado que el candidato progresista
(Sánchez) no quiere ni oír hablar de acuerdos con los separatistas, necesarios
para prosperar, un “farol” con poco juego, casi un órdago a chica.
Por su parte, la respuesta de Rivera
fue enrocarse a la madrileña, no queriendo a sus socios de gobierno, rompiendo
relaciones, pidiendo una moción para convocar elecciones en otoño salvando los
presupuestos con un candidato independiente y el 155 presente. Y es que
necesita tiempo para que le sigan viniendo cartas, pues por el momento no lleva y sus oponentes lo saben.
Sobre Iglesias poco que decir, le
han pillado sin pares ni juego, con un lío en casa, y no se atreve ni a pedir
el Ministerio de Vivienda. Con la que le está cayendo, tras abrir urnas para lo
suyo, y poco más del 68% del 40% de apoyos, con lo que dice tomar nota, pero
irse a la sierra, convoca de nuevo a sus bases para que den el sí a su vecino
de la izquierda, garantizando la jugada de Sánchez y su beneficio en votos a su
costa.
No obviemos la jugada de Rajoy,
vuelve a forzar tiempos, obligando a cerrar el tema esta semana con la votación
el viernes día 1, y las cuentas de diputados, mayorías que obligan al
separatismo a volver a la izquierda. En el horizonte incluso tirar sus propios
presupuestos y aguantar la marea, por el momento se perdió la decimotercera del
Madrid.
El pronóstico es que no pasará
nada a corto plazo pero si se darán las pautas para la nueva mano, será un mus
en toda regla en el que cargar nuevas cartas. Los ganadores a priori Sánchez y
Rivera a costa de sus vecinos de bando, no os engañéis, el reforzamiento vendrá
de ahí. Sánchez adquiere la seriedad de la oposición y ningunea a Iglesias que
no cuenta en el juego y Rivera consigue iniciar la ruptura con el PP para
mostrarse oposición con posibilidades para el fratricidio. No obstante, la
apuesta es mayor por parte del primero.
Rajoy trata de aguantar con sus
números ante Europa, pero los casos de corrupción se empeñan en recordarle que
el saneamiento del partido debía haberse impuesto y no dejarlo al azar. Sobre
Iglesias, está superado por las circunstancias, quedando a espera de un nuevo
reparto y quizá ir de mano.
Sobre la moción poco que hablar,
se trata de una estrategia política en pre campaña electoral que nos hace sumar
y volver a sumar lo imposible: que Puigdemont vuelva a España a convocar un
referéndum sobre autodeterminación con el aval de Oriol fuera de prisión con el
beneplácito de Sánchez. No os distraigáis, la jugada de Sánchez es de ataque
electoral a la izquierda de bases, levantando la voz contra todo el centro
derecha. Mientras Rivera, sigue pidiendo tiempo porque lo suyo no iría de
farol, lo malo es que todos saben que por ahora no lleva cartas.