¡Cómo hemos cambiado! decía la canción, tras los aplausos en el balcón, ya nada es igual, o es más de lo mismo, eso sí con distancia de seguridad.
En una segunda ola de contagios empeñados en tapar ante Europa, para que nuestro turismo no sufra más, y los negacionistas extendiéndose por el mundo, la economía se prepara para un pinchazo de entre el 20 y el 30%, de los de guerra, en el que auguro que España estará en la parte baja. Ante este escenario de saludos con codo y distancias, avanza el proteccionismo de estado, pierden las relaciones sociales, se abre el modelo medioambiental verde y el teletrabajo, mientras rezamos por una nueva vacuna.
Pero los acontecimientos hacen que traiga a debate de nuevo la cuestión del poder en el hormiguero, en una institución como es la Casa Real y que asume la Jefatura del Estado en nuestro país, con el vapuleo de fuerzas republicanas e independentistas, que ahora son apoyo del gobierno socialista, a consta de la última medida cortafuegos de Felipe VI, exiliando a su padre.
Es obvio que en esa lucha de intereses independentistas, tanto vascos como catalanes no difieren, pero sí que lo hicieron en su esencia. La diferencia y permanencia de los fueros, también navarros, se la deben a los borbones, que permitieron dichos privilegios por su apoyo en la de Sucesión de 1714, la misma que se los arrebató a los catalanes por el soporte a los Austrias, finalmente derrotados. Hoy la cuestión es acordada, por ser la institución estatal centralizadora por antonomasia, lo que la sitúa en la diana de todas las algaradas del separatismo y nacionalismo. Por otro lado, tenemos a los nostálgicos del 14 de abril del 31, en que se daba fin a la monarquía con el abuelo del emérito en el exilio, quizá, entre otras cosas, por su mala cabeza que le llevó a apoyar la dictadura de Primo de Rivera, nada que ver con la actualidad.
Y es que ahora la cuestión es diferente, pues en unos días, ahora, hemos borrado de un plumazo 38 años de reinado en el que el Jefe del Estado supo estar al margen, pero al tiempo ejerciendo para apalancar un nuevo constitucionalismo cuasi-federal, que se enfrentó a tantas fuerzas centralizadoras, algunas desde el propio ejército, que combatió desde la ONU a los "dinosaurios franquistas" y sus pretensiones de continuar un sistema dictatorial, posibilitando a fuerzas de izquierdas estar desde el primer momento en la construcción de ese nuevo estado. Un reinado que en los 80, con la entrada en la Comunidad Europea, se torna efectivo en cuanto a la imagen internacional proyectada y a sus relaciones internacionales, también con el mundo árabe, serían contadas por triunfos, aunque como suele ser habitual en estos casos también su participación implicaría relaciones de poder y de dinero que le hicieron abdicar primero y ahora autoexiliarse en beneficio de la institución. Dejo aquí una noticia del 2011 en dónde se veían las cosas de otra forma, y una cuestión, cuando se habla del amor a España y su dedicación: ¿habría sido mejor dejar el AVE a la Meca en manos de Sarkozy?, si, el mismo que será juzgado por corrupción en financiación de su partido, a pesar de ser presidente de una república. Difícil respuesta, ¿no?
Frase de la hormiga: "Decís que el valor de la República está en la elección libre y democrática de un Presidente (Jefe del Estado), que muchas veces se eternizará en el puesto, para mi el de la Monarquía está en que dicha elección queda libre de los partidos políticos, así como que propicia la más rigurosa tecnocracia para el ejercicio del poder.
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