Avanzada la semana, nuestra hormiga que a veces participaba en ambientes de clase media y alta, fue invitada a una cena de empresa en la que los directivos mostraban sus expectativas de crecimiento y sus principales políticas para lograr aquellos objetivos. Allí le presentarían a H-114411, apodado el capicúa, empresario del sector de la construcción con un fuerte patrimonio, alta experiencia, pero sin muchos estudios. Había logrado aquella posición por un cúmulo de negocios soportados en la revalorización del suelo donde fabricaba hormigueros, a través de sus amistades políticas. Sagazmente, decidió ponerlo a prueba, tras las oportunas presentaciones y unas copas, para valorar si podría considerarlo como el inversor que buscaba para su equipo. Entonces, le dijo:
—¿Estás interesado en política, y en sus ideologías?
H-114411, no dudó en contestarle:
—No debes interesarte por la política, ha de ser ella la que se interese por ti, respecto a las ideologías estamos en un tiempo en el que se tornan desfasadas y si intentas tomarlas en serio acabarás perdiendo todo interés, y lo que es peor, los políticos lo perderán por ti.
H-239791 insistió:
—Entonces, tus amistades políticas en el poder, ¿son interesadas?
—Entiende amiga, —contestó— que en esta vida todo circunda el interés, para un político es el interés público y para un empresario el de su organización. Al primero le irá bien si consigue hacer ver a sus electores que lucha por sus intereses, a un empresario le irá bien si consigue que sus accionistas mejoren sus beneficios, todos ganan. Si bien, siempre he creído que para ser político en la actualidad una hormiga lo tiene más difícil que para lograr dirigir una empresa pues debe convencer a más hormigas con resultados menos tangibles.
—Estoy de acuerdo con lo que dices, creo que podremos hacer negocios juntos en el futuro pues quiero luchar por el interés general con un nuevo modelo –dijo H-239791-.
—Está bien, pero no te confundas, en esa posible alianza tendré que tener muy claros los beneficios para mi empresa para poder apostar por el interés de tus electores.
—Lo he entendido —replicó.
Y siguieron tomando copas hasta bien entrada la noche.
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