En Sevilla analizando la sociedad |
Cuánto color mezclado entre los rojizos atardeceres y el pajizo dorado de su torre se observa en sus balcones, dicen que son barrocos, exagerados, pero su alegría lo invade todo y hace que olvides el 'procés' e incluso a sus protagonistas. Nadie quiere saber ya más de tanta necedad, tanta mentira, rebatida audazmente por la serena dialéctica de Duran i Lleida que los califica de ignorantes o irresponsables. Mientras, con fantásticas vistas del Guadalquivir navegado y 'pescaito' frito, charlan sobre las próximas navidades, de la sequía que nos viene encima y de su calidad de vida, que incluso se ha acostumbrado a las furgonetas de la Policía Nacional y enormes maceteros que jalonan los accesos al centro como en toda Europa previniendo actos terroristas, pero que comparten la tarde junto a comparsas gaditanas que entonan su voz preparando el carnaval o cuerdas de violines que ensayan a los clásicos.
Herrera ha tenido que dejar el '¿Cómo lo ves?' por falta de audiencia, quizá los españoles estamos hartos que se nos pregunte sobre el 'tema' de moda, la sobreinformación nos abruma... y junto a la calle Sierpes, a unos metros de donde se encarceló a Cervantes, tapeamos manchegos, gallegos y aragoneses. El tiempo acompaña aunque es noche cerrada de noviembre y charlamos sobre ineptos rufianes en el Congreso que enseñan esposas, nuestra cuestión es si le asaltarán dudas de conciencia como a Cristóbal de Lugo. Vienen al pelo algunas reacciones inesperadas en el parlamento, también en el regional, e insultos a la inteligencia y memoria de nuestra historia con supuestos estados que nunca existieron. Aderezamos la tertulia con la ironía oportunista del astuto preso que solicita un hábeas corpus y libertad, pues sus delitos fueron sólo
en Cataluña. Escuchamos cantes flamencos hacia la Plaza Mayor y, entonces, una muchacha que nos vende pulseras de fabricación propia para un viaje fin de curso, alguien pregunta que dónde van a ir y ella buscando no molestar dice que quieren ver Barcelona, nuestras risas rompen la entrevista, y la avispada dice confesar que aún no es seguro, lo que a nadie escapa ya es su habilidad y picaresca en el negocio.
en Cataluña. Escuchamos cantes flamencos hacia la Plaza Mayor y, entonces, una muchacha que nos vende pulseras de fabricación propia para un viaje fin de curso, alguien pregunta que dónde van a ir y ella buscando no molestar dice que quieren ver Barcelona, nuestras risas rompen la entrevista, y la avispada dice confesar que aún no es seguro, lo que a nadie escapa ya es su habilidad y picaresca en el negocio.
De regreso, recordando colores, siento orgullo de pertenencia a este hormiguero múltiple, en el que caben todas nuestras formas de vida y costumbres, como en Sevilla, donde en unos metros comparten morada las estatuas y el genio de Mozart, Curro Romero y la duquesa de Barcelona, agitados por las notas de las maracas de Machín y el arte de Pastora Imperio.
Antes de buscar nuevos ordenamientos, con más independencia fundamentalmente fiscal, libren nuestros políticos aventuras por todas las galerías del hormiguero. Antes de exhibir esposas, borrar disonantes en fotografías de bandas legítimas, o alegrarse del mal ajeno, coman un pulpo a 'feira', lean a Cervantes, admiren el arte en Bilbao, sientan el peligro junto a los Miuras en los encierros, observen la historia en Cuenca o Toledo, contemplen más paisajes, costas, montañas, sucesos en el tiempo...
Pero aún, no olviden observar, llenarse de sus costumbres y cultura dialogando con todos ellos, antes de federar, separar y progresar, miren que nos dejamos en el camino de lo público para creer que una Taifa soluciona todos los dilemas de poder y entendimiento.
Y de regreso a mi galería, escuchando a Machín su melodía "... yo me quiero morir mi hermano aquí en España, España que bonita eres..."
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